domingo, 22 de marzo de 2009

Malta. Live a board


Seguimos en Malta... esta escala está resultando muy provechosa para el velero -hemos reemprendido nuestras tareas de bricolage, restauración, recuperación- que por fin empieza a parecer una casa y no un taller, pero no estamos teniendo demasiado tiempo para hacer turismo.
Eso no significa que estemos todo el días como tortuguitas dentro de nuestro caparazón, ni mucho menos: sin salir de los pantalanes, la vida social es muy activa.

A diferencia del puerto de Monastir -donde también había mucha gente pasando el invierno a bordo de los barcos- aquí los "live a board" tienen un programa de actividades bien organizado. Nos han comentado que lo mismo pasa en algunos puertos de Turquía, es un dato a tener en cuenta a la hora de elegir donde invernar, porque la cosa tiene su gracia.

Cada día a las 8'30h de la mañana, en el canal 77 de VHF Tom, David, Daphne... hacen un resumen de las actividades culturales de la isla (conciertos, exposiciones), dan el parte del tiempo, anuncian las actividades propias (excursiones, intercambio de libros, encuentros en algún bar cercano, barbacoas...) y "otras cuestiones" que van desde un "regalo cien metros de amarre que me sobran" hasta un "tengo un problema con mi piloto automático, ¿alguien me puede echar una mano?"

Nosotros hemos participado en varias de estas propuestas. Las quedadas en un bar son una buena excusa para conocer a otros navegantes y juntos discutir rutas, derroteros, puertos (siempre encuentras a alguien que acaba de venir a donde tú vas, o que va al sitio del que tú estás llegando) e intercambiar experiencias.

El pasado jueves, yo asistí a una clase... de bailes de salsa ¡impartida -en inglés- por una australiana!!! era divertidísimo (no hay que olvidar que mi inglés es muy de principiante) aprender una música que me resulta tan próxima al grito de "to move your hands like dancing flamingo!" o "now like a Ricky Martin"... y meneito para aquí meneito para allá a la voz de: "the right leg forward, the left leg back". No hay fotos que lo certifiquen -afortunadamente- pero ahí estuve!!

También tuvimos una barbacoa. Fue hace una semana y teniendo en cuenta que está haciendo un tiempo terrible, fue una suerte disfrutar de un maravilloso día soleado.

En un área que hay al final de los pantalanes, se instalaron varias barbacoas traídas de otros tantos barcos y cada quien se traía su propia comida. Nosotros -aun novatos en las costumbres europeas en cuanto a horarios comerciales- con la nevera vacía nos fuimos al Lidl el sábado a eso de las 7 de la tarde. CERRADO. Todo cierra a las 7 de la tarde. Buscamos un par de supermercados más y CERRADOS!!! Finalmente dimos con una tiendita de esas que parece que no cierran nunca y pudimos comprar unas hamburguesas congeladas (que resultaron ser de importación... de Burgos para más señas, por cierto, hay cientos de productos españoles en las tiendas... pero eso es otra historia) y con un par de mazorcas de maíz que teníamos, apañamos la barbacoa.

Además cada cual aportaba algo para compartir. Junto a las muchas y diversas ensaladas lució con éxito nuestra tortilla de patatas!

Fue un día perfecto... desde el Alea -que está casi junto al muro en el que se celebraba el evento- la vista era así de animada

Cada cual se hacía cargo de cocinar lo propio y todos de pie comimos charlando, riendo...



Nada mejor para estrechar lazos que un buen "filete con vistas"




Y desde luego, terminada la comida, repartidos los postres... llegó la hora de ir a los barcos para traer algo con lo que calentar el cuerpo y seguir con la charla hasta que el frío nos devolviera a bordo.


Lo mejor de la barbacoa fue que pudimos "romper el hielo" con mucha gente con la que nos habíamos cruzado en uno u otro momento pero con quienes no habíamos hablado.
Uno de los resultados es que nos hemos pasado la semana invitando y siendo invitados a cafés, tes, aperitivs, tapas, tartas...


Nuestros amigos Tom y Liz del Feel Free vinieron una noche para explicarnos sus lugares favoritos de Sicilia y Grecia (amarres, fondeos, tiendas, restaurantes) y preguntarnos otro tanto sobre Túnez hacia donde se dirigen. Regamos la conversación con un vinito y comimos unas tapas (aun me quedaba fuet , jamón y chorizo envasado al vacío) y la noche fue estupenda...
Al día siguiente, Tom me regaló un bonito ramo de flores silvestres (supongo que un efecto directo del pan con tomate y jamón, jeje)


Hoy vienen Göran y Aylin (sueco y turca) que nos invitaron el otro día a un cafecito; necesitaban información del puerto de Barcelona y les conseguimos el teléfono. He cocinado una tarta que tiene una pinta estupenda... si mañana no amanece otro ramo de flores en la puerta... es que el efecto del jamón serrano queda demostrado.


En resumen, que el cuarto de baño del Alea está terminado, el camarote de literas casi casi, el tanque de agua caliente instalado, los interiores de los armarios perfecto, o sea, que hemos trabajado bien y que tal vez no conozcamos demasiado Malta, pero en absoluto hemos perdido el tiempo!!

Un beso y hasta la próxima... delante de la pantalla o a bordo del Alea

www.sailingalea.com

miércoles, 18 de marzo de 2009

Travesía. Destino Malta

Dejamos Lampedusa a las 4 de la tarde; por delante teníamos unas 18 horas de navegación y esta vez llegaríamos de día. Detrás dejábamos la cara apenada de Fathi y Massimo a los que les habría gustado seguir los ratos de charla, café o cerveza a bordo de su barco de pesca o de nuestra casa!


Levantamos el ancla sin novedad (el molinete funciona fenomenal) y esta vez tuve tiempo de recoger las defensas antes de salir al mar abierto, que estaba tranquilito, lo que casi me aseguraba una travesía sin mareo!


La travesía fue perfecta. Un viento de entre 12 y 20 nudos, estable por nuestro través, nos permitió navegar sin tener que ocuparnos demasiado de trimar las velas. Un tráfico especialmente tranquilo que nos permitió navegar sin sobresaltos. Guardias rigurosas cada dos horas (no consigo controlar el sueño... pero no me duermo) y al amanecer ya estábamos próximos a Malta.


En principio, el rumbo que nos planteamos nos llevaba a pasar por el sur de Malta y enfilar hacia Valetta, pero el viento hacía que fuera más fácil pasar entre Malta y Gozo y llegar al puerto desde el oeste, y el viento manda, de modo que atravesamos el canal que hay entre las islas, bordeando Comino y esquivando a los dos Ferris que cada media hora hacen el trayecto que une las dos islas grandes. Parecía un juego de esos de feria en los que tienes que pasar entre dos figuras en movimiento sin que te toquen!!!


Al ir aproximándonos a Valetta esperábamos ver las cúpulas de las iglesias de la ciudad vieja levantarse ante nuestros ojos dándonos la bienvenida, pero la fiebre constructora ha llegado a todos sitios y lo primero que vimos fueron grandes moles de edificios




Edificios que se van comiendo esa vista clásica




imagen que, si tienes la paciencia de esperar hasta haberte acercado lo suficiente, sigue ahí para darte el merecido recibimiento





En Malta hay varias marinas. Nosotros habíamos decidido ir a Msida Marina (es una marina estatal -de momento, nos hemos enterado que están en vías de privatizarla) por lo que los precios son asequibles (el Alea, con sus 44' paga 250 € / mes incluidas agua y electricidad). Muy próxima está la marina de Manoel Island.


Siguiendo la ruta en el plotter vemos aparecer ante nosotros una pequeña entrada (muy pequeña) en la dirección de la marina. Pensamos que ese es el paso y desde ese momento nos concentramos en entrar, hay bastante mar, y nos olvidamos de mirar el plotter o cualquier otra cosa que no sea la bendita entrada



Y así, tan concentrados en la maniobra, lo conseguimos sin problemas, nos prometemos una cena como premio, nos quedamos boquiabiertos con la belleza de la bahía... y comprobamos que nos hemos equivocado!!!!!!!!!!!!!!


Estamos en el puerto comercial en el que atracan los grandes cruceros, los ferrys, etc. El estrecho paso por el que hemos entrado está en un extremo, junto a él un dique y al final una entrada gigantesca! Cualquiera que nos haya visto hacer tan maravillosa maniobra para girar y salir como unos campeones por la puerta grande... debe haberse quedado alucinado.


Pero no perdemos el buen humor y seguimos pensando que la entrada ha sido impecable y que la cena no nos la quita nadie. No quitamos el ojo del plotter y enfilamos por la entrada del puerto correcto (a penas unos metros atrás) y llegamos sin novedad a Msida.


En lo que no estamos teniendo demasiada suerte es en la comunicación por radio con las marinas. Llamamos incansables y nadie responde. Aquí hay amarrados unos 800 barcos, la marina es una larga lengua de mar que se adentra en la tierra y no queremos ir demasiado lejos por si después resulta difícil maniobrar. Vemos a alguien a bordo de un barco y estrenamos el megáfono que hemos instalado en el mástil


  • disculpe, puede indicarnos dónde tenemos que dirigirnos para solicitar un amarre!!

  • ¿a mí -nos pregunta por gestos y con una cara de asombro impresionante- me preguntan a mí ?


Nos indica que nos amarremos en el muelle que hay entre los pantalanes 0 y M y él mismo viene a ayudarnos con los cabos. Lo primero que nos dice es que cada día, a las 8,30h, hay un comunicado a través del canal 77 de la VHF con las actividades programadas para los que viven a bordo en Msida y Manoel Island.


Vamos a la oficina, nos facilitan un amarre y soltamos lo cabos para ir a instalarnos. Nos ve una señora que nos pregunta si nos quedamos y se ofrece rápidamente a ayudarnos con la maniobra desde tierra. Al llegar a nuestra plaza -pantalán O- hay tres personas para recoger cabos, facilitarnos el muerto...


Ya conocemos a un buen número de vecinos!!!


El Alea queda vistosamente amarrado; cuando alguien nos pregunte cuál es nuestro barco, como siempre, sólo tendremos que decir que es el “orange boat”




Ahora tenemos un mes por delante para conocer esta isla... aunque el trabajo a bordo está esperándonos así que, si todo va bien, no tendremos demasiado tiempo para hacer turismo, aunque el lugar lo pide a gritos!





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Para todos aquellos que nos seguís desde hace ya un montón de tiempo, para los que nos acabáis de conocer...

YA TENEMOS WEB

La mayoría sabéis que una de las formas en las que esperamos ir ganándonos la vida por el camino es alquilar un par de camarotes que tenemos libres! en la web encontráis el qué y el cómo y lo que no es menos importante un mapa en el que ir siguiendo nuestros pasos.



Esperamos que os animéis a vivir parte de esta aventura en directo, surcando los mares con nosotros.

www.sailingalea.com





martes, 10 de marzo de 2009

Lampedusa



Aquí estamos de nuevo para explicar nuestro paso por Lampedusa.

En la pared del salón tenemos un mapamundi que miramos y miramos… en él aparece la isla de Lampedusa como apenas una motita de polvo!!!
Cuando unos vecinos de pantalán nos dijeron que ellos vivían en Lampedusa mi primera impresión fue de incredulidad porque me pareció que allí no se cabía (yo tengo estas cosas… a veces, jeje)

Lampedusa está a unas 90 millas náuticas de Monastir y a una distancia similar de Malta. Sin embargo es una isla italiana. Está habitada por unas 4500 personas y vive principalmente del turismo por lo que en la época en la que la hemos visitado parecía un poquito una isla desierta, con la mayoría de comercios y restaurantes cerrados. La otra ocupación básica es la pesca. El tercer aspecto más destacable -y podríamos decir que en estas semanas el de mayor importancia- es la inmigración. La isla dispone de un centro para la acogida de inmigrantes ilegales (según algunas fuentes de prensa se denomina Centro de Primera Acogida, según otras directamente Centro de Identificación y Expulsión) en el que actualmente hay alrededor de 2500 inmigrantes y que el gobierno italiano quiere habilitar para 6500 personas (superando con creces el número de habitantes).


Las gentes de Lampedusa temen que este centro acabe con el turismo y el gobierno ve el enclave como un lugar perfecto ya que los inmigrantes no tienen donde escapar…


Así que esa islita en la que yo pensaba que no iba a caber el Alea está llena de gente, de conflictos humanos, de vida al fin y al cabo.


Lo cierto es que nuestra experiencia fue muy grata. Sí vimos manifestaciones en contra de la ampliación del centro, una presencia impresionante de distintos cuerpos de policía… pero nuestras horas las compartimos con los pescadores de los barcos vecinos, paseando por las calles casi desiertas del invierno sin turismo, disfrutando de una de las aguas más limpias y transparentes que he visto hasta ahora y de los atardeceres mágicos.









Es una pena, sin embargo, saber que esa otra realidad está ahí a la vuelta de la esquina.



Llegamos a Lampedusa a las 2 de la mañana (después de que Johan hiciera él solito toda la navegación porque a mi me tocó día de mareo) y tuvimos ciertas dificultades para conseguir amarrar. Disponemos de imágenes de los puertos a los que vamos a ir de Google Earth que son de gran ayuda, pero llegar de noche no es -normalmente- la mejor opción porque hasta ahora no siempre encontramos alguien al otro lado de la radio para darnos las instrucciones necesarias.





Nos costó un poquito entendernos con las autoridades del puerto pero finalmente amarramos al muelle y nos dedicamos a dormir y dormir.


Cuando nos despertamos ya había llegado el Fidelity (un velero inglés que compartía pantalán con nosotros en Monastir) y nos invitaron para tomar algo a las 7 con ellos, todos los días conocemos a alguien! Vino y dulces para la primera noche en Italia.


Paseamos por las casi desiertas calles de Lampedusa, compramos dulces típicos, nos asustamos con los precios de la comida (que bien vivíamos en Túnez!), encontramos a un carabinieri que hablaba un castellanos casi perfecto (novia catalana), intentamos hacer los trámites de entrada en Europa (nos dijeron que no era necesario hacer nada: somos europeos y Lampedusa es italiana, nos recordaron, ya no estábamos en África), charlamos con los responsables de un centro de conservación de biología marina (en la isla es posible avistar ballenas, tienen un programa de protección de las tortugas marinas)… y sin darnos cuenta se nos pasó el día.






Esa misma noche llegaron otros vecinos de Monastir. La familia francesa que viaja en el Dhamma con sus dos hijos. Los reencuentros siempre son agradables y la sensación de que vamos creando una red de amigos es cada día mayor.


El tercer día de estancia en Lampedusa se anunciaba con viento fuerte del oeste, que era poco recomendable para el lugar en el que estábamos amarrados. Pasamos buena parte del día consultando previsiones meteorológicas, hablando con gentes de la zona y con la guardia costera y finalmente nos recomendaron que siguiéramos en el mismo enclave pero anclados en lugar de amarrados a muelle.


Fue la primera vez que utilizábamos el ancla y la maniobra fue bien -aunque a mi todavía me asusta todo lo que hacemos por primera vez-; soltamos unos 40 metros de cadena (llevamos 100), el ancla agarró en el fondo de arena y tiramos un par de cabos largo por popa hasta el muelle… y a pasar la noche.


No hubo problemas pero el viento era realmente fuerte y la previsión no era de mejoría sino todo lo contrario; el barco se movía (parecíamos un sonajero), así que finalmente a la mañana siguiente decidimos adentrarnos en el puerto de pescadores y buscar mejor refugio.
Junto a un barco de la polizia di finanze había un buen lugar para amarrar y nos dieron permiso a condición de que estuviéramos localizables por si llegaba el otro barco de la policía que ocupaba normalmente ese lugar. Al cabo de unos minutos empezaron a llegar barcos de pesca que amarraban para pasar un par de días sin faenar a causa del tiempo. Primero fue uno. Después otro que se abarloó al primero. Un tercero… y así hasta cinco. Entre ellos y el Alea quedaba un hueco de unos 15 metros, hasta que llegó otro pesquero que debía medir 14 y que se encajó magistralmente en el espacio libro ¡casi estábamos pegados!





Así conocimos a Mássimo (tunecino con el nombre “italianizado”) a Fathi y a otros pescadores. Compartimos con ellos charla y café de pie junto a los barcos. Les preguntamos dónde era posible comprar pescado porque a pesar de todos los que faenaban por allí todas las pescaderías estaban cerradas. Nos explicaron que en invierno no había demasiado comercio abierto y que las capturas se destinaban a Sicilia o a la península italiana… pero nos regalaron un plato de salmonetes frescos como para quitarte la respiración!!!





Al día siguiente nos invitaron a comer con ellos en su pesquero: espacios pequeños (cocina, salón y cama en a penas unos metros) y trabajo duro. Esa es su vida y nos dejaron entrar en ella por un ratito. La hospitalidad fue estupenda, tanto que nos pareció que estábamos comiendo en el mejor de los restaurantes: pescado fresco frito, tomate con huevo especiado a la tunecina y pan para mojar… cinco tenedores, sin embargo no deja de ser duro imaginar a cinco hombres faenando y conviviendo en aquellas condiciones.


Por la tarde vinieron a tomar café con nosotros y al ver las cañas de pescar (con las que aún no hemos pescado nada), Fathi quiso ver los aparejos que teníamos y a la vista de nuestra inexperiencia nos ayudó a montar los anzuelos y nos dio unas lecciones teóricas que todavía no hemos puesto en práctica.


Hablamos de sus condiciones de vida, de las distintas artes de pesca, de los sueldos, de los sueños de un futuro mejor para sus familias, de mil cosas que son las que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en la isla: porque cuando miras atrás lo que resulta realmente importante son las personas que has ido conociendo, mucho más que los paisajes que han enmarcado esas relaciones… y Lampedusa ha sido un lugar rico en contactos y eso la hace especial.


Les habíamos pedido la previsión del tiempo a nuestros vecinos de amarre de la policía. Amablemente nos la trajeron a bordo a las tres de la tarde. Todo apuntaba que era un buen momento para poner rumbo a Malta así que en un plis plas (cada vez lo hacemos mejor y más deprisa) estibamos el barco y a las cuatro levantábamos el ancla, embocábamos la salida del puerto y dejábamos atrás a esa isla italiana, a sus pescadores, sus aguas transparentes y nos encaminábamos a Malta, nos esperaba una navegación nocturna y un nuevo país al final de la noche… la magia de vivir viajando.