martes, 7 de diciembre de 2010

Por el canal de Evia, rumbo norte, 3º -y última- entrega

Retomamos las crónicas veraniegas para seguir recorriendo con las fotos, las palabras y la memoria los rincones de la Grecia que nos envuelve.

Pasado Khalkis con su puente, sus corrientes, su pequeña marea, sus problemas, volvimos a encontrarnos con una navegación tranquila a través de un paisaje que si bien no es espectacular es agradable -montañas en el continente, tierras poco habitadas en la isla- y que nos permitió desplegar las velas casi a diario para zigzaguear siempre con el rumbo puesto en el norte.




Hicimos escalas en Vourla, amarrados en la cara exterior del muelle ya que el puertecito estaba lleno y no ofrecía demasiadas garantías en cuanto al calado; playas tranquilas de agua limpia, poca gente, bares agradables, buen supermercado ¡y conexión con Atenas en bus!

La siguiente parada fue Teologos bay donde seguimos disfrutando del gusto de visitar lugares tranquilos y compartir una cerveza fría en una terracita con vistas




Aunque la modalidad que me gusta más es la que pusimos en práctica en Provatiri: fondear cerquita de la playa, meter lo imprescindible en una mochila estanco e ir a nado en busca de esa cerveza, que después del esfuerzo -os prometo- me sabe el doble de bien



En este bar el camarero estuvo charlando un ratito con nosotros -con un inglés algo escaso pero entendible- para explicarnos que no era habitual encontrar turistas extranjeros por la zona y menos en velero- y lo cierto es que no encontramos demasiada compañía y no se entiende bien el por qué ya que el entorno es como para olvidarse del ajetreo diario de las grandes ciudades, que a fin de cuentas es lo que se espera de unas buenas vacaciones.




Con la meta a la vuelta de la esquina navegamos hasta Vathikelon que en la carta se presenta como una calita resguardada y tranquila ¡y es cierto! parecía que estuviéramos en cualquier lugar del mundo menos en un rincón de Europa: la vegetación abundante, los árboles hasta el agua, un par de veleros y volvimos a utilizar la modalidad de ancla con amarre a tierra por popa, aquí había árboles para elegir!



Por la mañana Sonia se encargaría de soltar los cabos. Hay que decir que si hemos tenido a bordo gente de toda clase y condición hay que darle a Sonia el premio a la más deportista de todos (Sonia, el de mejor sonrisa está muy competido... pero ahí estás también): todas las mañanas era capaz de nadar una hora antes del desayuno!! vamos, casi como yo (jeje)



Y la última jornada teníamos intención de llegar a Skiathos a final de la tarde y como plan B nos quedaríamos en Pefki.

Al salir del fondeo -en el que no soplaba ni la brisa- nos encontramos con un viento importante del noreste tal y como indicaban las previsiones de tiempo que disponíamos. Rizamos la vela y nos pusimos a hacer bordos que también es deporte, porque para variar el viento venía de proa!

Paramos a comer y darnos un baño en un rincón resguardado frente a la playa de Kanatadhika y reemprendimos la marcha.



Según íbamos avanzando con dificultad veíamos como otros barcos que nos precedían daban media vuelta para buscar donde pasar la noche en las costas de Evia. Así que como nos parece sensato ser prudentes y aprender de quien nos precede, cambiamos los planes -que para eso están- y pusimos rumbo a Orei que en las guías aparecía como un puerto seguro.

De repente éramos como cinco veleros en muy pocos metros con el mismo destino.

No somos regateros ni nos gusta picarnos, pero es que... es que éramos muchos para un puerto en el que no sabíamos cuantas plazas habían y la alternativa era desandar todo lo andado y volver a Vathikelon

Así que Johan se puso las pilas con el trimado de las velas y las tripus supimos estar a la altura porque conseguimos ganar por los pelos a nuestro "contrincante" y al llegar a puerto, el premio fue la última plaza en el mejor muelle, buff, por primera vez me gustó esto de las carreras




Despedimos el día con una buena Mythos fresquita viendo la puesta de sol.

Otra etapa del viaje que concluye y una nueva que nos espera a la salida del sol.

Pero eso será otra historia.



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