domingo, 26 de diciembre de 2010

Skopelos 2ª parte



Seguimos nuestra ruta alrededor de Skópelos... alguna calita se nos escaparía, pero la verdad es que hay un montón de rincones para disfrutar!


LIMONARI, AGNONDAS

Nuestro siguiente puerto habitual ha sido Agnondas, casi en el sur de la isla, bien protegido cuando el Meltemi sopla, pero con un mar de fondo y una ola muy pero que muy fea cuando ha habido viento de suroeste que entra bastante directo -no es lo habitual, pero pasa-. Cuando se da esta circunstancia una opción es fondear en Limonari, a penas un poquito más al norte.

Nosotros hemos fondeado un par de veces en esta calita pero solo para pasar el día, se puede atar a tierra o simplemente flotar en la parte más central. Y sí, es de esos lugares en que da gusto ganarse a pulso la cervecita nadando hasta el chiringuito




Pero volvamos a Agnondas, es una bahía recogida, con unas tabernas en la playa -alguna especializada en langostas que nosotros sólo hemos visto en su piscinita, pero ni catarlas- nuestra favorita con un gran árbol que da una sombra terriblemente fresca mientras ves a las familias en el agua, mmmmmmmm...



uno de los lugares que se van a quedar en mi lista de favoritos!

Es también el lugar en el que arriban los ferrys que teniendo como destino Skopelos no pueden llegar a causa del viento, ya que para llegar a la capital hay que hacer un último tramo rumbo norte atravesando un paso no muy ancho en el que tres islotes hacen que el viento rachée de forma importante. O sea, que es importante saber que en el extremo del muelle se puede presentar un ferry gigantesco en cualquier momento.




Stafilos

Siguiendo la costa el siguiente fondeo es Stafilos.
Una preciosidad. Se puede fondear frente a la playa -hay una zona de baño señalizada con boyas- que es una buena opción para pasar el día, pero para hacer noche nosotros preferimos un recodo en la misma bahía en el que es posible hacer firme a tierra.



El espacio no es muy grande y cuando llega una flotilla aquello puede parecer las Ramblas de Barcelona en plena temporada turística; tampoco es extraño que alguien pise tu cadena con la suya y salir tenga su dificultad...



Pero aun así, despertarse en según qué parajes, desayunar en según qué escenarios, bien vale alguna incomodidad ocasional!!!!



Y por fin Skopelos. No deja de ser curioso que el puerto principal esté construido en la cara de la isla más castigada por el Meltemi, pero hay que reconocer que es un puerto seguro y que ante el aviso de una tormenta es un buen lugar en el que buscar refugio y dejar que pase el temporal!



El muelle es muy amplio y con una forma de U muy abierta, por lo que es importante -si hay previsión de vientos fuertes- elegir el mejor sector de pared en función de la dirección del viento que se espere, por lo general las plazas preferidas son las más próximas al pueblo; nunca nos hemos quedado sin poder amarrar pero no está de más saber que es un lugar muy frecuentado por chárters por lo que se llena rapidito. Cabe la posibilidad de fondear al frente, pero sólo hemos visto a un velero francés que dejó el fondeo en cuanto quedó una plaza en el muelle.



Skopelos no es muy grande y es fácil pasear por sus calles.


La "masa" de gente se queda en los bares que copan la primera línea junto al agua, pero si dispones de tiempo y ánimos para subir y callejear "por donde vive la gente" puedes pasar un rato estupendo buscando la fachada más bonita



o la calle con más plantas.



Es una ciudad con varios supermercados grandotes (hay un Día, un Carrefour), panaderías, bares de copas, tabernas, restaurantes, tiendas de souvenirs... todo lo que se espera de una ciudad de vacaciones en un espacio bastante reducido y con un ambiente tranquilo. Como a nosotros nos gusta.

Y si el viento te obliga a permanecer amarrado y sin poder navegar, Skópelos es ideal para alquilar un coche y recorrer la isla, ver por tierra todo lo que antes has visto desde el mar, o dedicarte al "turismo de interior" y hacer la ruta de los monasterios.

A escasos km de la ciudad, en la colina que se levanta justo en la cara opuesta del puerto, siguiendo una carretera de grava, a veces más segura, a veces más "excitante" se llega varios monasterios.

El primero que nos visitamos -el más difícil de acceder y que a diferencia de los restantes que se agrupan en una misma zona, está más aislado- fue el de Evangelistria. Colgado en la cara de la montaña es bastante grande lo que nos hizo pensar que en algún momento debieron habitarlo un buen número de religiosas.



Lo primero que llama la atención es la tranquilidad y el sosiego que te abraza al entrar en el recinto.


Según nuestra guía de viaje, actualmente sólo vive una monja anciana, toda vestida de negro... y, voilà, mientras paseábamos nos asomó de una habitación una señora anciana, toda vestida de negro, que no hablaba ni una palabra de inglés pero nos regaló un tarro de mermelada casera y tres galletas ¡ahí va, la monja de la guía existe! quisimos darle algo de dinero y nos hizo señas para que lo echáramos al cepillo de la capilla. Fue una experiencia interesante, teniendo miles de turistas a apenas unos metros nosotros estábamos pasando un rato en otro siglo.



Y de ahí cogimos de nuevo el coche -un poco rally porque no hay nada asfaltado para llegar hasta Evangelistria- y nos fuimos a buscar los monasterios que salpican la otra vertiente del valle.

La primera edificación con que nos encontramos debió pertenecer a un antiguo convento, pero actualmente está habitada por algunas familias que conservan el lugar. Un poco peculiar vivir tan alejado de todo -y a la vez tan cerca- rodeados de naturaleza y silencio... a mí no me habría importado quedarme un tiempecito.



Después el convento de Prodromos; entramos en el recinto (siempre hay una edificación dedicada a la capilla y edificios que son o fueron viviendas de los religiosos que lo ocupan) y paseamos por sus callejuelas; yo con la cámara colgada al hombro, una monja empezó a increparme (no entendí nada de lo que dijo, pero los gestos lo explicaban todo); le dije por señas que no estaba usando la cámara de fotos y ella me miró las piernas (llevaba unas bermudas justo por encima de la rodilla) y miró al cielo con cara de... cara de... no sé de qué pero de nada bueno!

Regresé a la entrada donde había una serie de faldones para ponerte pero cuando quise volver para entrar en la iglesia, ¡me la había cerrado con llave!. Cierto que la culpa fue mía porque no fui lo bastante cuidadosa y creo que hay que respetar las normas de quien te abre su casa ¡pero fue sin mala intención!



Y terminamos en el monasterio de la Metamorfosis, esta vez debidamente tapadas con pareos.
Fuimos directos a visitar la capilla y el pope (religioso ortodoxo) nos paró
¿qué estábamos haciendo mal ahora?
Nada!!
nos invitó a ver la tiendecita del monasterio y después de la parte de marketing comercial nos dejó visitar sin problemas el recinto; y es que cada quien tiene sus prioridades!




Y hasta aquí Skopelos... no está mal, eh?


1 comentario:

Carles dijo...

El dia que llege a Grecia, me iré a vivir a esta isla!

Gracias por vuestros relatos.