domingo, 14 de junio de 2015

Pio XI



Después de una navegación -por fin- tranquila veíamos dibujarse el azul del glaciar. A diferencia del Iceberg, el Pío XI se ve nacer muy arriba en las montañas, es una lengua gigante de azul turquesa que llega al mar. Aunque la previsión era de viento de sur, teníamos unos 10-12 nudos del norte, lo que nos obligó a ir a motor pero mantuvo los témpanos cerca del glaciar.
Según nos acercábamos el sol se cubrió de nubes (jo!) pero aun así el glaciar era... impresionante, grande, majestuoso... azul.
Nos sorprendió que decenas de delfines no se cansaran de jugar con el Alea; yo no pensé se sintieran tan agusto en aguas tan frías, pero había montones de ellos y saltaban felices, siempre se aprenden cosas.



Y ¡sí! las nubes se abrieron y pudimos disfrutar de los rayos de sol sacando las mejores tonalidades del hielo. MARAVILLOSO.





No nos acercamos tanto como el día del Iceberg, vimos como un bloque de hielo caía con estruendo al mar y nos alegramos de haber mantenido la distancia.


No nos cansábamos de hacer fotos, cada dibujo del hielo se nos antojaba único y cada azul el más bonito de los azules.











Algo menos de una horita flotando y nos dirigimos al fondeo, a tres millas.



Acompañados siempre por el nutrido grupo de delfines, llegamos a la caleta Elisabeth (49°14'0S 074°06'7W).



Se puede echar el ancla y bornear, sin necesidad de cabos a tierra. La luz era preciosa, los delfines seguían haciendo cabriolas. Nos tomamos el té en cubierta disfrutando del sol, el paisaje, la fauna...


La noche fue más que tranquila y a la mañana siguiente emprendimos el descenso. Pudimos ver como el glaciar se despertaba con las primeras luces del día.


Las millas que nos separaban del punto en que nuestro fiordo se unía al Falcón -de donde brotaban témpanos de hielo el día anterior- fue relajado, pero al llegar a la zona de hielos vimos con un pelín de preocupación que habían aumentado mucho en cantidad y en extensión, que lo que el día anterior fueron 2 millas, hoy podían ser 3 o 4, que los pedazos de hielo eran considerablemente más grandes.




El agua estaba fría, cada vez más fría!


Johan fue llevando al Alea por la pista de obstáculos sin problemas, si hasta aquí me parecía que era bueno a la rueda, ahora estoy rendida de admiración!.


La vista del estero Falcón era todavía más bonita que el día anterior, aunque yo habria jurado que era imposible





Doblamos el cabo y el hielo seguía por todos lados, millas y millas (prácticamente hasta el fondeo). ¿Será esto lo que nos espera hasta Ushuaia?



Fuimos navegando con cuidado hasta llegar al brazo amplio que nos llevaría al sur, sólo en la vertiente oeste estaba más despejado -que no limpio- de hielo. Nos acercamos al fondeo previsto en isla Parry con miedo de encontrarlo congelado o lleno de témpanos pero no, algunos habían pero podíamos fondear.

Echamos el ancla (49°38'9S 074°20'6W), cabos a tierra (maniobra limpia y rápida) y con cuidado al dar atrás de no pillar un “cubito” de hielo con la hélice.
Nos fuimos a dormir con el temor de amanecer con hielo por todos lados y no poder movernos... menos mal que tenemos comida y lectura para afrontar lo que haga falta!

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