domingo, 28 de junio de 2015

Wanderer

Desde Villarrica hasta Wanderer hay apenas 17 millas en sentido horizontal (de este a oeste) y el día estaba muy ventoso, por encima de nuestras preferencias, pero qué se le va a hacer.

Tuvimos que apoyarnos con el motor y llegamos a destino (50°51'7S 074°17'3W), cruzando los dedos para que resultara bien porque la otra opción más razonable era desandar el camino hasta Villarrica; Miguel nos había dado una meteo de rachas de 50 para el siguiente día y queríamos un lugar de esos que te atas como una araña y duermes feliz.



Wanderer está lleno de kelp (plantas que crecen en el fondo y que normalmente indican presencia de rocas); lo del kelp creciendo por todos sitios te hace maniobrar con el corazón un poco encogido pero no había viento en el recodo y lo de ir con los cabos a tierra (esta vez 3 para asegurar) no fue muy difícil; conformes con el resultado nos fuimos a descansar




La noche en verdad fue muy ventosa; mientras veíamos la peli sentíamos el barco escorarse tensando a tope los cabos; hemos aprendido a relajarnos y confiar en que si lo preparamos todo bien, todo va a ir bien (tampoco podemos hacer más); de momento nos funciona, ¡esperamos que dure!



Estuvimos dos días más en Wanderer.

Para nosotros sigue sin ser un problema lo de estar fondeados en el mismo lugar el tiempo necesario; lo que sí es un engorro, es la imposibilidad de caminar en muchos de los sitios.

Muchas veces nos conformamos con a penas unos metros en la popa del velero para caminar al menos 10 minutos aunque sea andando y desandando la playita. así hemos descubierto que las flores se empeñan en nacer hasta en invierno,




que hay más líquenes de los que hubiéramos soñado nunca



que algunos riachuelos son más caudalosos de lo que parecían desde la popa del velero


o que hay conchas de moluscos grandotes que alguien se zampó antes de nuestra llegada (¿gente desoyendo lo de la marea roja?, ¿lobos de mar?, ¿pájaros?


Por cierto que en Wanderer a parte de las consabida toneladas de mejillones, pudimos ver unas estrellas de mar que adoptaban una forma “encogida” que nos dejó sorprendidos (así como hechas una bolita) ¿será por el frío?





A veces caminar es hacer el cabra...

yo he aprendido mucho en estos días de expedición y la verdad es que me está resultando muy útil para atar a los árboles en los últimos fondeos (hoy he trepado al menos dos metros por las ramas de un árbol para alcanzar un buen tronco, lo dicho, como las cabras ¡a mi edad!). Caminamos -las pocas, pocas veces que podemos- incluso si llovizna. Nuestro máximo anhelo llegados a Natales será caminar, más que internet o un comprar en un super.


Otro gran problema a bordo es la colada. No queremos lavar cosas grandes (hay lavandería en Natales) pero como estamos yendo tan despacito... nuestra ropa interior se agota (no tengo 40 braguitas) así que sin remedio toca lavar de vez en cuando. Lavar en sí no es problema (un cubo y calentar el agua) pero ¡secar! ya estábamos avisados y no nos sorprende, pero saber que el problema existe no hace desaparecer el problema. Utilizamos la estufa Dickinson para estos menesteres pero la decoración del salón es a veces de un gusto dudoso...



En fin, cosas del camino.
Tras la ventolera de Wanderer el barómetro volvía a subir, teníamos tres días sin lluvia y sin demasiado viento. Nuestro siguiente destino Puerto Mayne (con varias alternativas por si acaso) unas 32 millas más al sur!


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Las guías que manejamos en el camino son
Mariolina Rolfo y Giorgio Ardrizzi. Patagonia Tierra del fuego (Ed. Incontri nautici)
Andrew O'Grady. Chile (Ed. Imray)
Alberto Mantellero. La guía de navegación del yatista para los canales chilenos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo me cagaria de miedo