sábado, 3 de octubre de 2015

Puerto Williams, calles que pisar, amigos con quien compartir.

Puerto Williams presume de ser la ciudad más austral del mundo (y no entraremos ahora en la discusión que si Puerto Williams, que si Ushuaia, que si uno es una ciudad-ciudad y el otro no...) y nosotros nos sentimos encantados de haber llegado a este rincón recóndito del mundo. 

Mientras "reconstruíamos" el Alea y los días se hacían largos y pesados y el trabajo parecía que no iba a acabar a nunca, nos contentábamos pensando que un día llegaríamos al fin del mundo, y amarraríamos en el Micalvi, y seríamos felices.

Silvia FELIZ

Ya han pasado 8 años desde entonces, y sí, aquí estamos, en el fin del mundo, amarrados en el Micalvi, seguimos felices, un poquito más si cabe.


En el Micalvi desde el Micavi
El Micalvi no es en sentido estricto una marina, en realidad se trata de un buque, construido en el año 1925 en Europa y comprado por Chile en el 1928. Tras una agitada vida útil, el barco fue varado en 1961 y se utiliza como punto de amarre de lo que ha venido a ser el Micalvi Club de Yates. El Micalvi (buque) tenía amarrados más de 30 veleros cuando nosotros llegamos, necesariamente abarloados en filas de 4 o 5 veleros. Así, nosotros que éramos los últimos en llegar, teníamos que pasar por otros 4 veleros para llegar a tierra... pero después de 6 meses navegando, era gloria!!!


Amarrados en quinta fila
El precio de estar amarrados en el Micalvi es para nosotros (44pies) de unos 7300 pesos chilenos (unos 10 euros al día) incluyendo agua (cuando no está congelada), duchas (que estaban "en construcción"), wifi (que tenía la antena "en reparación" y no podía usarse desde el velero pero si desde la sala del bar del Micalvi). La electricidad es aparte pero no la hemos necesitado porque las placas -si se limpiaban diligentemente de la nieve acumulada- nos han dado suficiente energía. El precio de la boya es algo así como un euro menos al día.



Limpiando las placas solares para asegurarnos de que trabajan

Reunión de gente para celebrar las Fiestas Patrias

La ciudad de Puerto Williams es jovencita, se fundó en el año 1953 y actualmente tiene unos 3000 habitantes (con una sonrisa pícara nos comentaron que en estos momentos hay 24 mujeres embarazadas, no es mal porcentaje, serán cosas del frío).

Es evidente que la primera función del asentamiento fue de carácter militar y buena parte de la población pertenece a la Armada, pero no son los únicos y la población va creciendo.

Hay un supermercado de la Armada, un hospital de la Armada, una farmacia de la Armada, un muelle de la Armada... pero también escuelas públicas, biblioteca, tiendas y comercios, hostales, un polideportivo. Es pequeño y la verdad, en invierno no hay mucho entretenimiento, pero nos hemos sentido como en casa.


Los primeros días en Puerto Williams se nos fueron de las manos visitando a los vecinos, charlando con todo el mundo (paellita en el Alea, goulash en el Jonathan, pizza y tarta en el Alea, aperitivo en el Galactic...) Hizo un sol radiante (todas lavando ropa como locas) que nos llevó a pensar que el invierno había acabado.


Pero no. Pasada una semana empezó a nevar, y a nevar y a nevar.

Nieve en la cubierta
Y justo entonces la estufa empezó a fallar. Encendía bien pero quemaba como sin ganas. La temperatura (que en la posición mediana acostumbraba a ser de 21°) sólo llegaba a 15° en la posición de máximo. Johan la desmontó completamente (un par de veces... cada día) y no parecía ayudar. Así que empezaron a venir de los otros barcos a echar un vistazo. Como el mecanismo es muy simple no había mucho que mirar y simplemente tomábamos café y hablábamos animadamente mientras la estufa quemaba así así.


Nieve en la auxiliar

Johan seguía desmontándola, repasándola, una y otra vez. El tanque de diesel que la alimenta se vació sin habernos calentado demasiado y lo rellenamos con diesel nuevo, comprado en Pto Williams y ¡tachín! 21° en posición media.

Conclusión, el diesel de Puerto Natales, que en principio había funcionado, por algún motivo (algas?? agua??) había dejado de hacerlo como es debido.



Al sobresalto de la estufa le siguió el sobresalto del tsunami. A las 20'30h vino Francisco, el encargado de la marina, barco por barco avisando de la alerta en la zona. La orden era de estar vigilante y la recomendación abandonar el puerto y salir a mar abierto.

Mike, del Galáctic, vino a parlamentar un rato. Johan -como ingeniero- tenía sus ideas sobre la distribución del agua por los canales y fiordos y la probabilidad de que donde estábamos llegara una ola; Mike, como biólogo tenía sus teorías sobre el comportamiento del agua en un caso así. Finalmente tomamos una decisión: no saldríamos al mar pero media hora antes de la llegada de la ola (o sea a las 03h de la madrugada) abandonaríamos los veleros e iríamos a tierra a un punto elevado (Mike con su mujer y sus dos niños y nosotros); yo como "autora" de estas historietas pensé que lo de ir a pasear con dos niños a varios grados bajo cero a las tres de la mañana, si la cosa no iba más allá, daba para un buen relato.

Afortunadamente a las 22'45h por la VHF la alarma fue desactivada... y nos fuimos todos a dormir!



El resto de los días los hemos pasado pasándolo bien: el bar de Micalvi está cerrado (tal vez pero no se sabe, vuelva a abrir ahora en octubre) pero cada semana nos organizábamos una fiestuqui entre todos los tripulantes.




Paseando al pueblo para hacer las compras
La mayoría de los veleros estaban planeando travesías para los próximos meses y todo el mundo andaba afanado con sus compras (nada fáciles por aquí) y nosotros hemos hecho de traductores e intérpretes: 

peach = melocotón = durazno
apricot = albaricoque =damasco
corn = maiz = choclo.... y un interminable etc.

Los viernes llega el ferry así que los sábados hay producto fresco; los precios son más caros que en las grandes ciudades pero todos nos comentan que en Ushuaia no están mucho mejor, no queda más que asumir que estar en el paraíso tiene sus lados menos buenos.

Hemos paseado, disfrutado de tener conexión a internet,


hemos limpiado la nieve montones de veces, hemos visto como los días se alargaban, hemos ido a las actividades de las Fiestas Patrias



pero sobre todo hemos saboreado de nuevo esa solidaridad particular que se da (casi siempre) entre la gente que vive navegando

Mark cortando leña para la estufa del Micalvi

Johan ayudando a Francisco a limpiar el acceso al Micalvi
... y finalmente hemos decidido que era hora de partir.

Pasado un año en Chile tienes obligación de abandonar aguas chilenas o importar el barco. Decidimos poner rumbo a Ushuaia y conocer un nuevo lugar, un nuevo país para el cuaderno de bitácora del Alea.

2 comentarios:

Rafa Ortiz dijo...

Me alegra saber de vosotros y saber lo bien que estais entre la nieve....

Besos y abrazos desde Galicia.
Nieves y Rafa (Royor en LTP)

Brais dijo...

Hola Silvia y johan,
Acabo de terminar de leer el blog enterito (lo descubrí no hace mucho), lo he leido cual novela náutica (enhora buena Silvia por tu escritura). Escribo solo para decir que muchas gracias por enriquecernos haciendonos partícipes de vuestras singladuras, y dejarnos pasear con vosotros por el fin del mundo cumpliendo el sueño que muchos compartimos... Desde que probé esto de la vela entendí que estoy destinado a recorrer el mundo en un barco de acero, que me lleve allá donde considere eolo.
Espero poder visitaros alguna vez en vuestras singladuras, pero desde ya, si (cuando volvais a europa) pasais por Galicia, contad conmigo para cualquier cosa (en serio, que no caiga en saco roto)!

Salud y que sigais por muchos años conociendo el mundo con vuestras hermosas navegaciones y contándonoslo con esa literatura divertida que nos hace pasar tan buenos ratos!

De corazon gracias